viernes, 15 de febrero de 2013

EL BIEN Y EL MAL EN LA RELIGIÓN


TEMA: EL BIEN Y EL MAL EN LA RELIGIÓN            
LOGRO: IDENTIFICAR ALGUNOS DE LOS CONCEPTOS QUE HACEN PARTE DEL DUALISMO RELIGIOSO

EL BIEN Y EL MAL

Desde que nacemos, escuchamos y aprendemos diferentes términos que se convierten en cotidianos y cuyo uso se presta para diferentes situaciones. Dos de esos términos son el bien y el mal. Normalmente utilizamos estas dos palabras como si tuvieran vida propia. Para "el bien" existe una personificación muy difundida en el mundo: Dios. Por otro lado, "el mal" es personificado por Satanás. ¿Pero acaso estas dos palabras quieren decir en verdad que existe una polarización notable y real plasmada en dos personajes contrarios como lo son Dios y Satanás?

Usualmente si algo bueno sucede o consideramos alguna acción como digna de ser calificada como buena, automáticamente es atribuida a Dios. Y lo mismo para la asociación del mal con Satanás. Pero esto no constituye más que una abstracción necesaria para muchos en el sentido que permite separar unas acciones de otras.

El concepto religioso define el bien como las cosas que ha mandado Dios que hagamos, y el mal como las que no. Todo esto se basa principalmente en libros como la Biblia, el Corán y otros.

Claro, decir que amar a los padres es bueno, es algo que nadie puede negar. Y lo dice en la Biblia. Pero, aprobar la esclavitud o la venganza es algo que se considera universalmente como algo malo. Sin embargo, el Dios de la Biblia ordena estas dos cosas. Como podemos ver, la concepción religiosa del bien y el mal es muy subjetiva y altamente contradictoria.

Por otro lado, el bien y el mal se pueden analizar mejor desde un punto de vista de que la moral es un producto de la evolución del comportamiento humano: normas consensuadas que permiten un mayor beneficio y menor perjuicio a cada individuo que vive en una sociedad dada.

Qué es lo bueno y que es lo malo? ¿Qué se entiende por el bien y por el mal? Son preguntas que tienen muchas respuestas, de acuerdo a las convicciones que predominen en los grupos humanos. Sin embargo, hay aspectos que tienen ciertos comunes denominadores. Por ejemplo, el asesinato es algo que se entiende como malo en cualquier cultura, salvo cuando tiene una justificación social, como es el caso de la guerra o la aplicación de justicia (pena de muerte).

LAS CONCEPCIONES DEL BIEN Y EL MAL.

En la mayoría de las religiones existe una determinada idea de lo bueno y lo malo, que trasciende lo meramente natural. De hecho, en el principio de todas las religiones se encuentra la búsqueda de una interpretación para la existencia del mal, siendo la manifestación más temprana de estas nociones el oprobio por la trasgresión de un tabú.
Todo credo, da sentido a la conducta humana sobre la base de un fin que van más allá, del sentido utilitario del momento y de la conciencia recta. Ese fin es el fin último y superior: Dios.

Con la conformación de las tradiciones judías, cristianas e islámicas, la idea del mal se relaciona con la idea del pecado, convirtiéndose el mal en un crimen directo contra el Ser Supremo. Pecado, en estas religiones, es la transgresión de una ley o práctica sagrada, sancionada por la divinidad.

Paralelo al nacimiento y desarrollo del judaísmo, es interesante tener presente el mazdeismo, religión fundada por el profeta Zoroastro, en Persia, seiscientos años antes de Cristo, donde se manifiesta el dualismo entre el SpientaMainyu (Espíritu Benefactor) y el Angra Mainyu (Espíritu Hostil). La antítesis entre el bien y el mal, las opciones entre Orden y Caos, se manifiestan en la elección que debe hacer el hombre entre ambas alternativas. El bien será el bien ritual, el acto realizado sobre la justa regla, al que se le atribuye una eficacia mágica, determinante y relacionante. El mal es todo lo que produce trasgresión a la buena realización, al orden determinado.

Con el tiempo, se podría afirmar que, en el pensamiento humano, se han logrado sintetizar dos religiosas concepciones sobre el bien y el mal:
a.    El monismo, que considera la existencia de un Dios único, origen y causa de todo lo creado, incluyendo el bien y el mal, donde éstos constituyen el fundamento del libre albedrío, que la divinidad regala a las criaturas. Ésta concepción es la que domina la concepción religiosa occidental.
b.    El dualismo, que predomina en la concepción religiosa oriental, propone la existencia de dos principios en la espiritualidad del hombre: el bien y el mal, el ying y el yang, ambas inseparables.

Conceptos judíos y cristianos.

En ningún libro sagrado se encuentra tan desarrollado el sentido del pecado, como expresión del mal, como en la Biblia. El llamado Antiguo Testamento refleja las creencias de los israelitas, correspondientes a antiguas tradiciones trib ale s e interpretaciones de ciertos hechos históricos, que se hilvanaron en una extensa crónica sobre el pueblo elegido de Dios, donde los profetas predicaron la conversión y amenazaron con el castigo divino. Judíos y cristianos ven en el Antiguo Testamento la creación y caída del hombre.

La muerte de Caín y la torre de Babel son muestras del pecado, producto de la soberbia del hombre. La expulsión del Paraíso, el diluvio universal y el cautiverio de Babilonia expresan el castigo de Dios. A través de Moisés, Dios entrega a su pueblo su ley, su pacto, mandamientos que son la representación del bien; su no cumplimiento significa la trasgresión del pacto, el pecado, en fin, caer en el mal. Así, a través de las Escrituras, el pecado es el elemento que enemista a los seres humanos con Dios, quien exige, ante la infracción a su ley, que haya arrepentimiento y fidelidad para obtener su perdón.
Judaísmo:
En el judaísmo, desde sus orígenes, se da la convicción teológica de que el mundo es inteligible porque existe una inteligencia divina y fruto de una causalidad intencional que lo sostiene. Nada ocurre en la humanidad producto de la casualidad; pues, en sentido último, todo tiene un significado. La inteligencia divina se manifiesta a los judíos tanto en su orden natural, a través de la creación, como en su orden histórico-social, a través de la revelación. El mismo Dios, creador del mundo, se reveló a los israelitas y les entregó la ley que debía observar su pueblo.

Esa ley, voluntad de Dios para su pueblo, es expresada por medio de los mitzvot (mandamientos o preceptos), con los cuales las personas deberán regir sus vidas, en mutua interacción con Dios. Así, en la Torá, en 613 oportunidades, Dios dice lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse, preceptos que podrán interpretarse, pero, jamás dejar de cumplirse. Tales preceptos son eternos, porque eterno es el legislador que los concibe. La conminación es vivir de acuerdo con las leyes de Dios, que expresan el bien, sometiéndose a su divina voluntad. Su no observancia significa pecar, quedando sujeto a sanción, pues, Dios castiga a quienes no actúan según su voluntad.

En el Nuevo Testamento, la venida de Jesús constituye el cumplimiento de la promesa del Mesiah, un nuevo Adán, el enviado que establece un nuevo pacto, que complementa la ley mosaica con el mensaje del Sermón de la Montaña. En el Nuevo Testamento, el pecado es la condición humana esencial que reclama la labor redentora de Cristo. El pecado se considerará entonces como un estado de alienación o distanciamiento de Dios.

Cristianismo:
En la Iglesia Cristiana, sin embargo, antes de la controversia entre Pelagio y San Agustín de Hipona, la doctrina del pecado no había sido desarrollada por completo. Los primitivos padres griegos de la Iglesia consideraban el pecado como una oposición a la voluntad de Dios. Aún así, no afirmaban que la culpa del pecado del primer hombre, Adán, se extendiera a toda la humanidad. Tertuliano, teólogo del siglo II d.C., por ejemplo, sostenía que la realidad del pecado había sido transmitida desde Adán - acuñando la frase pecado original -, pero, ello no hacía al hombre pecador por el simple hecho de nacer.

Catolicismo:
Es un hecho que el término pecado original no se encuentra en la Biblia, por lo que será Agustín quien hará la formulación de la doctrina que lo fundamenta, en la cual, la teología cristiana alude a la maldad universal de la especie humana, heredada del primer pecado cometido por Adán.

Diversos teólogos con San Agustín y Tertuliano al hablar acerca del pecado  aportan la noción de que la mancha del pecado se transmite de generación en generación, mediante el acto de la procreación,  el pecado de Adán corrompía toda la naturaleza humana; que su culpa y su sanción pasaban a todos sus descendientes; que todos los seres humanos han nacido en estado de pecado y que debido al pecado original de Adán, son incapaces de satisfacer a Dios y están por su propia condición dispuestos a seguir en el mal.

Pelagio, contrariamente, hacía hincapié en la voluntad libre y el esfuerzo moral individual, negando categóricamente la existencia de un pecado original. La Iglesia Ortodoxa, en el mismo sentido, ha afirmado que la voluntad humana es tan libre como lo era la de Adán antes de su caída.

Los teólogos que defienden la doctrina del pecado original argumentan, sin embargo, que esta tiene su respaldo en Pablo (Romanos 7), en Juan (1 Juan. 5,19) e incluso en el mismo Jesús (Lucas 11,13). Tras esa visión se deriva el punto de vista del mundo de los últimos escritos apocalípticos. Algunos de estos escritos atribuyen el estado corrupto del mundo a una venida prehistórica de Satán, la consecuente tentación de Adán y Eva y la inmersión de la historia humana, desde entonces, en el mal, es decir, en el desorden, la desobediencia y el dolor. En este escenario, Pablo interpreta la obra de Cristo como la salvación del hombre frente al tremendo poder del pecado y el mal heredados, reconciliando a la humanidad con Dios y logrando, de esta forma, la paz para siempre.

Islamismo.
El pecado capital en el Islam es el orgullo humano, el cual viola la unidad de la creación, ya que presupone autonomía humana, y se rebela contra el orden divino, negando el propósito fundamental del hombre: servicio y obediencia a Dios. A pesar de la génesis del Islam dentro de la tradición judeo-cristiana, el Corán niega de forma específica la doctrina cristiana del pecado original, y establece que Dios perdonó a Adán su trasgresión en el Jardín del Edén. Sin embargo, los humanos tienden a olvidar los límites que fija su propio ser, sobre todo cuando son tentados por Satán.

En el Islam, el pecado es, por tanto, consecuencia de la debilidad humana más que una condición heredada de corrupción. El descreimiento es, pues, una expresión de orgullo pecaminosa; el término árabe para un no creyente, kafir, significa literalmente “no agradecido”. Pero el arrepentimiento sincero restaurará al penitente en una condición pura, sin pecado, puesto que Dios concede siempre su gracia, y el arrepentimiento se expresa mediante la conversión a la verdad.

La doctrina islámica establece que el pecado es castigado por Dios, juez de todas las cosas, expresión de moral perfecta. El último juicio del pecado tendrá lugar el Día del Juicio Final, y los pecadores serán condenados al fuego eterno.

Hinduismo.
Las normas o cánones del hinduismo se definen en relación con lo que las personas hacen, más que con lo que piensan. Por consiguiente, dentro de los hindúes se encuentra una mayor uniformidad de acción que de creencias, teniendo presente que hay muy pocas creencias o prácticas que sean compartidas por todos. Para los hindúes, el principio más importante es el ahimsa, la ausencia del deseo de hacer daño, el que se utiliza para justificar el hecho de que, por ejemplo, sean vegetarianos. No obstante, este dogma no prohíbe la violencia física contra seres humanos o animales, o que se practiquen sacrificios de sangre en los templos.

Consideran que la vida humana también es cíclica: después de morir, el alma deja el cuerpo y renace en el cuerpo de otra persona, animal, vegetal o mineral. Este imparable proceso se llama samsara (transmigración), donde la calidad de la reencarnación viene determinada por el mérito o la falta de méritos que haya acumulado cada persona como resultado de su actuar o karma, de lo que el alma haya realizado en su vida o vidas pasadas. Sin embargo, también piensan que la falta de méritos se puede contrapesar con la práctica de expiaciones y de rituales, ejercitándose a través del castigo o de la recompensa, logrando, de esa manera, aminorar o hacer más fácil el proceso del samsara, previa renuncia de todos los deseos terrenales.

Budismo.
Para un budista no se puede diferenciar claramente el bien del mal, ya que esta distinción está hecha desde el punto de vista moral. Cada persona es diferente y tiene su propio mundo. Lo que es bueno para unos, puede ser malo para otros; por lo demás, nada es tan malo, ni nada es tan bueno. Todo está incluido en el Universo, y, en consecuencia, no hay dualidad entre Dios y el Demonio, pues, tienen la misma cara.

La vida es como un sueño, donde es muy difícil distinguir, y donde todas las cosas son necesarias, y muchas veces las cosas buenas se vuelven malas, y las cosas malas se vuelven buenas. Solo se debe tener en cuenta la acción. En la vida, si las acciones son buenas, aunque se tengan malos pensamientos, no hay ninguna falta. Si se cometen malas acciones, aunque se tengan buenos pensamientos, se va a la cárcel.

Para el budista, el infierno y el paraíso están en nuestro espíritu. Si sufrimos, si dudamos, si nuestras acciones son negativas, todo se convierte en un infierno. Si nuestro espíritu está en paz, todo lo que nos rodea es el paraíso. Lo que debe aplacarse es la sed de vida, que todo lo conturba. 

TALLER

1.    Leo el documento, y escribo las ideas básicas de él. Concluido este ejercicio, construyo un cuadro sinóptico.

2.    Que es pecado?

3.    Para usted que sería: ¿ lo bueno y lo malo?.

4.    ¿Existe una tercera alternativa en nuestras acciones?

5.    ¿Escriba las conductas morales que le inculcan los padres, el colegio, los amigos, los mass media y los/as personas de moda.

TALLER EXTRA CLASE

1.    Consultar los siguientes términos: que es moral, inmoral, amoral

2.    Qué es la doble moral?.
3.    Que es lo diferente y lo semejante entre Religión y moral. Esboce algunas conclusiones.

4.    ¿Puede existir una moral sin religión o una religión sin moral? Aclaro mi respuesta.

5.    ¿Da la religión de un fundamento necesario para la moralidad?.

6.    ¿Podemos afirmar que la Moral regula el comportamiento humano?. ¿Porqué?*

EVALUACIÓN

Se hará a modo de mesa redonda. Los estudiantes expondrán los siguientes temas ante sus compañeros

Consulto las normas morales o principios sobre:
El Cristianismo
Islamismo
El budismo
El judaísmo
El hinduismo
Cristianismo

BIBLIOGRAFÍA

Religión AULA VIRTUAL

El bien y el mal. Concepciones religiosas

El Bien y el Mal - Sin Dioses : Examen de las Religiones





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